Las enfermedades cardíacas son una de las principales causas de muerte en el mundo. Por ejemplo dentro de estas enfermedades la cardiopatía isquémica es la principal causa de muerte en el mundo, y representa aproximadamente el 13% de todas las muertes anuales a nivel global. Es responsable de 9,44 millones de muertes en 2021 según datos recientes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)[1].
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de mortalidad a nivel mundial. Según la publicación de Ubiquity Press en enero 2024, el estudio «The Heart of the World», aproximadamente 20.5 millones de muertes anuales se atribuyen a enfermedades cardiovasculares, lo que representa el 33% de todas las defunciones globales[2]. Según datos de la Organización Mundial del Salud 25 de septiembre de 2018 «Las enfermedades cardiovasculares son las que provocan el mayor número de defunciones entre las mujeres.»[3]. Según datos de la Instituto Nacional de Estadística en 2022, las enfermedades del sistema circulatorio (que incluye enfermedades de la sangre) 27,9% la primera causa de defunción en las mujeres [4]. Se ha observado que las enfermedades isquémicas del corazón afectan tanto a hombres como a mujeres, se estima que alrededor del 18% de las muertes en hombres están asociadas a enfermedades isquémicas del corazón.
Es más, la tendencia de muertes por ECV estado en aumento por decades.

Di Cesare, M., Perel, P., Taylor, S., Kabudula, C., Bixby, H., Gaziano, T. A., McGhie, D. V., Mwangi, J., Pervan, B., Narula, J., Pineiro, D., & Pinto, F. J. (2024). The Heart of the World. Global heart, 19(1), 11. https://doi.org/10.5334/gh.1288[2].
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) representan una categoría amplia que incluye varias de estas causas y siguen siendo la principal causa de muerte a nivel mundial, a pesar de que más del 80% de los casos podrían prevenirse mediante intervenciones basadas en factores de riesgo modificables como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, los riesgos alimentarios y la contaminación atmosférica.
Los que han pasado a una consulta de cardiología saben que de pronto la solución es una intervención farmacológica.
El tratamiento de los síntomas y de las enfermedades cardiovasculares en general incluye medidas farmacológicas y cambios en el estilo de vida. Algunas de las estrategias terapéuticas son:
- Medicamentos antiplaquetarios: como la aspirina o el clopidogrel, que previenen la formación de coágulos sanguíneos, especialmente después de procedimientos como la colocación de stents coronarios.
- Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA): reducen la producción de angiotensina II, lo que ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y disminuir la carga sobre el corazón, útil en casos de hipertensión y falla cardíaca.
- Antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II): similares a los IECA, pero actúan bloqueando los efectos de la angiotensina II en los receptores del corazón y los vasos sanguíneos.
- Betabloqueadores: reducen la frecuencia cardíaca y la presión arterial, aliviando la carga sobre el corazón.
- Estatinas: controlan los niveles elevados de colesterol, reduciendo el riesgo de aterosclerosis y sus complicaciones.
Además del tratamiento farmacológico, se recomienda:
- Dejar de fumar y evitar la exposición al humo del tabaco.
- Mantener una dieta baja en sal, azúcares y grasas saturadas, con mayor consumo de frutas y verduras.
- Realizar actividad física regular.
- Controlar periódicamente la presión arterial, el colesterol y la glucemia.
Aquí es donde se pone interesante…
Pero sabias que hay cientos de estudios sobre los beneficios de el uso frecuente de la sauna para prevenir enfermedades cardiovasculares que representa un tercio de las defunciones mundial y ademas enfermedades del sistema circulatorio en general. Es más, los resultados son nada menos que extraordinario. Aguanta que aquí llegamos a la clave de lo que te va intrigar.
En un estudio ‘Sauna bathing reduces the risk of stroke in Finnish men and women: A prospective cohort study’. El estudio realizó un seguimiento de 1.628 participantes de entre 53 y 74 años durante 15 años y descubrió que los que tomaban saunas entre cuatro y siete veces por semana tenían un riesgo de ictus un 61% menor que los que tomaban una sesión por semana [5].
El análisis con la muerte como evento de riesgo competitivo arrojó una tasa de riesgo de 0,43 para 4-7 sesiones de sauna por semana en comparación al grupo de 1 sauna por semana, es decir, un 57% menos de probabilidad de muerte [5].

Tu tiempo también vale
«La mayor frecuencia de baños en la sauna se relacionó con una disminución considerable del riesgo de cardiopatía súbita, cardiopatías coronarias mortales, enfermedades cardiovasculares mortales y mortalidad por todas las causas, independientemente de los factores de riesgo convencionales». Eso es lo que afirma un estudio realizado en 2.315 hombres de mediana edad (entre 42 y 60 años) del este de Finlandia. [6].
Los hombres que realizaron sesiones de 19 minutos o más tuvieron un 52% menos de probabilidades de sufrir muerte súbita cardiaca que los que realizaron sesiones de menos de 11 minutos y de forma similar frente al grupo de 11-19 minutos. También se observaron asociaciones inversas significativas para las cardiopatías coronarias mortales y las enfermedades cardiovasculares mortales, pero no para la mortalidad por todas las causas.[6].
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